Eran las 4:20 de la mañana y ya estábamos en pie para empezar el día. Hacemos el check out, nos dan un pequeño desayuno a modo de pic-nic y a las 4:30 ya estamos en el coche dirección a la estación de tren de Nueva Delhi.
Nuestro tren dirección a Ajmer salía a las 06:05, donde llegaríamos a la ciudad a las 14:00 más o menos.
En el post de transporte y alojamiento os detallamos los tipos de billetes que se pueden reservar o comprar en la misma estación de tren. Pincha en el link para ir a la página.
Nosotros cogimos butacas reservadas con aire acondicionado y un desayuno a bordo del tren.
A la hora prevista llegamos a la ciudad de Ajmer. Volvemos a la locura de coches, tuc tuc, motos y bicis por todas partes. Allí nos esperaba Pawan, el que sería nuestro conductor hasta llegar a Agra.
A la estación de tren no es posible llegar en coche. Por lo que cogimos 2 tuc tuc que nos llevarían hasta el aparcamiento donde se encontraba nuestro vehículo.
Un trayecto de unos 2 kilómetros que tardamos 30 minutos por el atasco que había. Qué odisea!!!! Jorge, Marta, Pawan, el conductor del tuc tuc y yo, junto con 3 maletas en uno de esos mini-vehículos. En el otro Patri, Ramón y Tony con el conductor y sus maletas. La verdad que lo pasamos bien, la capacidad que tienen los hindúes de sobrepasar el carril contrario para adelantar cuando viene un coche en el otro sentido y que apenas haya accidentes ni atropellos, merecen una medalla.
A las 15:00 llegamos al hotel donde aprovechamos a comer por las horas que eran.
El restaurante es buffet libre con la bebida incluída. Cuesta 700 rupias (unos 10€), bastante caro.
Por la tarde, después de un pequeño baño en la piscina, aprovechamos para conocer la ciudad de Pushkar.
En India hay muchos sitios sagrados, templos, el río Ganges, y lagos como el que hay en Pushkar, rodeado por más de 52 Ghats y más de 500 templos blancos.
Los ghats son escaleras que bajan hasta el lago de Pushkar por las que descienden los hindúes a realizar sus abluciones, momento en el que los creyentes se sumergen en el agua para purificarse.
Muchos de ellos, además, se utilizan para la higiene y el aseo diario.
Hay una leyenda la cual cuenta que el dios Brahma arrojó una flor de loto a la tierra, y cayó en tres partes: En Pushkar principal, Pushkar medio (Madhyam Pushkar), y Pushkar pequeño, convirtiéndose cada una de esas partes en un lago. Esa misma noche, en la parte principal se reunieron todos los dioses.
Para conmemorar aquel acontecimiento se construyó un templo, el único en India, dedicado exclusivamente al Dios Brahma.
Este templo se encuentra al final de la calle principal que atraviesa Pushkar. No pudimos entrar porque estaba abarrotado de gente.
Esto es lo máximo que nos pudimos acercar al templo, para poder evitar más codazos y empujones.
Dimos una vuelta por su calle principal llena de tiendas de ropa hippie y piedras traídas de Jaipur.
Hay muchas terrazas donde sentarte a tomarte un té o comer una pizza o hummus.
Pasamos por la puerta del templo Shri Rama VaiKunth, construido por Seth Mugneeramji, donde sólo está permitida la entrada a hindúes y fieles.
Me recordó mucho a los que vimos en Singapur en la zona de Little India.
Vimos también el templo Sij que se encuentra a las afueras de Pushkar, pero no entramos en él.
Mucha gente cuando llega a esta ciudad no quiere irse de allí. A mí no me pasó, pero Marta sí se hubiera quedado más tiempo, incluso una temporada larga.
Desde aquí volvimos al hotel a descansar, mañana iríamos a Jaipur, uno de los trayectos más largos en coche del viaje.
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