Namasté, Namasté!!!! Sigo acordándome de la amabilidad de la gran mayoría de hindúes que nos cruzamos durante nuestro viaje por el Norte de India. Pese al agobio que sentimos en algún momento, casi todos los habitantes de las ciudades que visitamos nos recibían con una gran sonrisa. Y esto también pasó en Varanasi.
Varanasi, también conocida como Benarés, es una ciudad al pie del río Ganges donde todos los hindúes quieren ir a morir.
Es una de las siete ciudades sagradas del hinduismo, Jainismo y Budismo. Se encuentra en el estado de Utah Padresh y en él conviven 3.600.000 habitantes, junto con millones de vacas, perros, tuk tuk, rickshaw, motos y coches.
Es una ciudad de caos, suciedad, olores, ruidos, contaminación y mucha pobreza.
Recibe al día la visita de miles de habitantes queriéndose bañar en las aguas sagradas del río Ganges. Bañarse en ellas al amanecer purifica el alma y libera de los pecados, de ahí que a esas horas puedas ver infinidad de personas lavándose en sus aguas, rindiendo tributo al Dios del Sol, Surya.
Aquí también lavan sus ropas y/o ropas de cama, incluso puedes ver a gente lavándose los dientes o bebiendo agua.
Todos los hinduistas deben ir a Varanasi, al menos una vez en la vida.
Todo aquel que sea incinerado a orillas del río Ganges y echado sus cenizas en él, queda liberado del ciclo de las reencarnaciones. De ahí que venga tantísima gente a esperar su muerte a orillas del Ganges.
Hay alguna excepción. Hay personas que son arrojadas al río sin incinerar, envueltas en una sábana blanca, atadas con cuerdas de las que cuelgan grandes piedras. Estas personas, según el hinduismo, ya han sido elegidas por Brahma (Dios Creador del Universo) y por eso deben seguir con las reencarnaciones.
Estas personas son los Brahmanes (hombres santos), las mujeres embarazadas, los niños y los muertos por picaduras de serpiente.
Llegamos a media tarde a la ciudad, justo para dejar las cosas en el hotel e ir a dar una vuelta. Nos alojamos en el Hotel Ramada Plaza JHV en Varanasi: Hotel bastante alejado del centro. Es un 5 estrellas pero no lo parece (sabíamos donde estábamos, en India, y que tiene sus limitaciones y carencias, pero comparando con los demás alojamientos fue el peor). Bastante sucias las habitaciones aunque muy amplias. Eso sí, aquí tuvimos uno de los mejores desayunos. Está al lado de un centro comercial con tiendas de ropa y un Mcdonald´s. El precio es de 53€ con desayuno incluido.
Una vez dejamos las cosas en las habitaciones del hotel, nos dirigirnos en rickshaw hacia el río Ganges para disfrutar de la ceremonia Ganga Aarti en uno de los más famosos Ghats de la ciudad, el Dasaswamedh Ghat.

La mejor manera para movernos por la ciudad fue en rickshaw, pues las calles, aparte de estar abarrotadas de gente son muy estrechas y llega un momento que los coches no pueden pasar.
La ceremonia Aarti comienza al atardecer. Tienes dos opciones para verlo, desde las escaleras del ghat o desde una de las barcas que hay en el río Ganges. Nosotros decidimos verlo desde las escaleras, ya que, al día siguiente, al amanecer, cogeríamos una de esas barcas para ver el resto de los ghats.
Otra zona donde se celebra la ceremonia es en el ghat Man Mandir.
La ceremonia Aarti es un rito religioso hindú de adoración, en donde las luces de las antorchas son ofrecidas al Dios Ganga.
La ceremonia es presidida por cinco brahmanes, colocados en una especie de altar, mirando hacia el río, acompañando sus movimientos con música y luces.
Este acto reúne cada día a numerosos peregrinos y turistas. Suele durar unos tres cuartos de hora o una hora. Cuando vimos que ya estaba terminando, decidimos irnos para así evitar la salida de todo el mundo y las aglomeraciones. Pero en esa ciudad, da igual, hay gente por doquier, por lo que hay que armarse de paciencia e ir al ritmo de todo el mundo.
Fuimos en busca de un nuevo rickshaw. Seguíamos a la gente, sin saber muy bien dónde ir, hasta que llegamos a una especie de explanada donde estaban esperando todos los rickshaw con sus conductores. El precio del transporte fueron 50 rupias el trayecto para dos personas.
Desde aquí nos dirigimos al hotel a cenar. Teniendo al lado el Mcdonald’s, decidimos pararnos aquí para probar y comparar las hamburguesas. Nada que ver con el Mcdonald´s que tenemos en mente. La mayoría de las hamburguesas son vegetarianas con unas salsas buenísimas (apenas pican, menos mal, llevábamos 10 días y no nos habíamos acostumbrado al picante). El precio de los menú rondaba las 150 rupias (1,5€ más o menos).
Ya sí, tocaba ir a descansar al hotel. Al día siguiente nos íbamos a levantar muy pronto para admirar el amanecer desde el río Ganges en una de sus barcas.

Nos levantamos a las 4.30 de la mañana y en la puerta nos esperaba nuestro guía para ese día. Volvimos a coger unos de los rickshaw que volvería a hacer el mismo camino para llevarnos a uno de los ghats. El día en Varanasi comienza muy pronto, y ya se ve gente abriendo sus negocios y yendo a trabajar.
En la orilla izquierda del río se encuentran los Ghats. En Varanasi hay 87 ghats.
Son una serie de escaleras que llevan al Ganges (en el caso de Benarés), y son utilizadas por los bañistas y peregrinos.
La mejor manera de ver estos Ghats es desde el río en una barca. Sin duda la mejor hora es en el amanecer. Merece la pena pegarse el madrugón y poder ver los cambios de luz que se suceden en los ghats a medida que va saliendo el sol. Es impresionante ver los rituales que se llevan a cabo en ellos mientras el Sol (su Dios) asoma por el horizonte. Es un momento de paz, de oración, donde te olvidas por un rato del bullicio de la ciudad.
Cogimos una barca por 50 rupias cada uno, el cual nos hizo un recorrido de casi dos horas por el río Ganges.
Fue un momento de paz, de armonía, ver a los hindúes en las escaleras de los ghats bañandose y haciendo sus rituales a los Dioses. No olvidaré ese ratito nunca.
Y, por supuesto, ver el amanecer desde allí es increíble. Es un lugar en donde se pierde la noción del tiempo con sólo estar mirando de un lado para otro cada Ghats, y de vez en cuando girándose para ver salir el sol.
Pasamos por uno de los ghats más famosos, el Manikarnika Ghat. Es conocido como “ghats crematorios”, donde las cremaciones se suceden durante 24 horas, 365 días al año. Aquí se incineran hasta 200 personas al día. Se puede ver como llevan a cabo el proceso de incineración, metiendo primero el cuerpo en el río y luego cubriéndolo con troncos para la incineración.
Para este proceso, cada hindú paga por tantos kilos de troncos que necesite para su incineración. El problema es que muchas personas no tienen el dinero suficiente para comprar, por lo que sus cuerpos no quedan suficientemente quemados y, tal cual, los tiran al río, pudiendo encontrarte algún cuerpo flotando en la orilla del río. He de decir que nosotros no nos vimos en ese ambiente. Es un acontecimiento difícil de olvidar.
Para evitar esta situación en lo máximo posible, han construido un crematorio de hormigón “público”, con precios más accesibles para la cremación. Está prohibido hacer fotos por respeto a los familiares. Sólo se pueden hacer desde la barca y a una distancia considerable.
El barquero justo nos dejó en ese Ghat, desde el cual volveríamos al hotel para desayunar y dejar todo preparado, pues nuestro avión dirección Delhi salía a las 20.30.
Callejeamos por las estrechas calles de Varanasi. De vez en cuando nos encontrábamos pequeñas zonas de rezo para adorar a alguno de sus Dioses.
Fuimos al templo de Vishwanath, también conocido como Golden Temple, debido a su gran cúpula recubierta por 800 kilos de oro puro.
Nos asombró la gran presencia policial y militar que hay en los alrededores y dentro del Templo. Esto es debido al enfrentamiento entre hinduistas y musulmanes por los terrenos, ya que hay una mezquita cerca de este templo, a parte del temor que hay por posibles atentados.
Se trata del templo más importante de Varanasi. Los turistas sólo pueden acceder al patio desde donde se puede ver la cúpula, y acompañados de un guía. La visita es rápida, no te dejan mucho tiempo estar por la zona.
Después de llegar al hotel, desayunar y con las barrigas llenas, volvimos a dar nuestro último paseo por la ciudad de la reencarnación.
Nos acercamos a Bharat Mata Temple, también conocido como el Templo de la Madre India, construido en 1918. La entrada es gratuita.
Es un lugar tranquilo donde destaca un enorme mapa de mármol blanco esculpido en el suelo. Se ve todo el subcontinente en relieve.
Aquí te das cuenta de la inmensidad del país. A la salida del templo hay una pintura con la figura mitológica de la Madre India.
Ya desde aquí iríamos a nuestra última visita de la ciudad y de nuestro viaje por el Norte de India, la Universidad de Varanasi. Reconocida como una Universidad de gran prestigio, cuenta con un campus de 5 kilómetros cuadrados de extensión.
Nuestro guía estudiaba español en esta Universidad y nos hizo un pequeño tour por las diferentes facultades.
Y hasta aquí, uno de los mejores viajes de mi vida. Lleno de experiencias, contrastes, diferente cultura y manera de ver la vida. Un viaje que nos ha llegado a todos (a unos más que a otros ) pero que sin duda repetiré y volveré a India.
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Tiene que ser espectacular ,menuda experiencia ! Buenas noches ☺️
Y que lo digas leyre!!! Si tienes la oportunidad no dudes de ir a India. Allí experimentas sensaciones y emociones que no conocías. Buen finde!!!